El calentamiento global, las acciones del hombre e incluso la propia naturaleza hacen peligrar ciertos lugares de mucho valor natural e histórico.
“La naturaleza es el arte de Dios”, decía el inmortal Dante Alighieri poco antes de bajar a los infiernos. El planeta en el que surgió la vida y que se ha convertido en el hogar de tantas y tantas especies animales y vegetales guarda una belleza propia que resulta complicada de definir, ya que siempre va más allá de lo que nuestra mente podría llegar a imaginar jamás. Montañas, valles, llanuras, mares y ríos componen la obra maestra del azar y el tiempo mientras que la vegetación y los animales que ocupan el lienzo le dan ese toque final tan necesario, la chispa que lo prende todo.
Los ecosistemas, esa unión entre todos los seres vivos y el entorno que ocupan, han demostrado la importancia del equilibrio para que las cosas funcionen y proliferen de forma natural. E incluso cuando el ser humano ha intervenido, ha sido capaz de crear en lugar de destruir. Parajes naturales como el Parque de Yellowstone, la escala de Turchi siciliana o el imponente monte Everest han acabado por competir con las creaciones artificiales hechas por la mano del hombre, como los castillos y palacios europeos, la Gran Muralla o la antigua ciudad de Machu Picchu (ejemplo perfecto de unión entre ambos mundos).
Sin embargo, muchas veces estos lugares que parecen eternos son los primeros en desaparecer. Fenómenos como el calentamiento global, la deforestación, las sequías o las catástrofes naturales suelen provocar daños que afectan enormemente a las maravillas naturales del planeta. Si a eso se le añade un pobre control por parte de los seres humanos (que muchas veces echan más leña al fuego en lugar de colaborar a contrarrestar estos efectos negativos) y la contaminación y destrucción de entornos que provocamos se entiende que cada día aumente el riesgo real de perder las maravillas de nuestro mundo. Ni siquiera las creaciones propias aguantan, ya que la masificación turística de las grandes obras de ingeniería humana las han ido deteriorando poco a poco e incluso poniéndolas en peligro.
Para disfrutar de su belleza mientras sea posible y, sobre todo, para concienciarnos de la importancia de conservar y proteger la riqueza natural y el patrimonio histórico de nuestro planeta, aquí dejamos 11 maravillas en peligro de extinción.
Arrecife de Belice
Según los expertos, en apenas 20 años este espectacular arrecife, en pleno mar Caribe, podría dejar de existir. Es el ecosistema más diverso del mundo, pero también el más vulnerable. Ya en 1998, debido al huracán Mitch, perdió el 50% de las especies, y a fenómenos de este calibre se les suma que la sobrepesca, la contaminación y el calentamiento global están arrasando este arrecife.
Taj Mahal
El Taj Mahal es uno de los monumentos por excelencia de la India, lleva en pie desde el siglo XVII y se le considera una de las siete maravillas del mundo. El número de turistas que recibe al año es descomunal y una de las principales causas de su deterioro. Esta afluencia de gente, sumada a las renovaciones mal hechas y a la contaminación del aire, han deteriorado mucho la fachada. El gobierno y la Unesco plantean cerrarlo para asegurar su conservación, por lo que las visitas a su interior pueden acabarse muy pronto.
Nápoles
Italia y los volcanes tienen una relación truculenta y parece que esto no cambiará. Al igual que pasó con la ciudad de Pompeya, el Vesubio, según los expertos, amenaza seriamente esta localidad del sur del país. Este volcán es uno de los más activos e impredecibles, por lo que Nápoles podría dejar de existir en cualquier momento.
El mar Muerto
Es el punto más bajo de la Tierra, a casi 430 metros por debajo del nivel del mar, y disminuye un metro más cada año. Este lago salino entre Israel, Cisjordania y Jordania, es único y famoso por su alta salinidad. No alberga apenas vida pero bañarse en él es una experiencia única. La reducción de su principal fuente de agua, el río Jordán; su sobreexplotación por los minerales que ofrece y el drenaje de sus aguas para uso humano amenazan seriamente su supervivencia.
Isla de Madagascar
Se la conoce también como isla del tesoro por su impresionante riqueza de flora y fauna. Alberga un 5% de las especies de animales y plantas del planeta, y el 80% del total son endémicas. Por desgracia, la caza furtiva, la expansión de las ciudades, la contaminación y la tala masiva de los árboles está acabando con la esencia de esta isla. Se estima que, de seguir así, en unas cuantas décadas sus bosques habrán quedado arrasados.
Las Vegas
Este “oasis” en pleno desierto de Mojave tiene los días contados si no se solucionan sus problemas de abastecimiento de agua. Parece mentira que el paraíso del despilfarro tenga restricciones, pero el problema hídrico es muy grave. El lago Mead, única reserva hídrica de Las Vegas (creada artificialmente) está secándose. Además de proporcionarle agua a dicha ciudad, también abastece a Arizona, California y el norte de México, por lo que los niveles actuales de consumo de agua de esa zona son insostenibles. Los expertos pronostican que las consecuencias del calentamiento global hacen peligrar a Las Vegas tal y como la conocemos hoy. De hecho, ya se han implementado allí planes de ahorro de agua.
Cumbres del Kilimanjaro
Hasta los 5.895 metros de altitud se eleva esta montaña, la más alta de África. Esta joya de la naturaleza se puede observar desde bien lejos y sirve de contraste entre sus cumbres heladas y el paisaje árido del continente. Esta hermosa vista puede desaparecer en menos de lo que creemos ya que, en las últimas décadas, los estudios realizados han demostrado que se ha perdido el 85% de la nieve acumulada. Si se cumplen las predicciones más catastrofistas, dentro de 15 años las zonas heladas del Kilimanjaro se habrán derretido por completo.
Islas Maldivas
Estas paradisíacas islas pierden año tras año la batalla contra la subida del mar. Según las mediciones, el 80% de las islas que componen este archipiélago (que se estima en unas 2.000) se encuentra por debajo del metro sobre el nivel del océano. Una situación alarmante que de momento sigue sin solución. El calentamiento global sigue haciendo de las suyas, y se estima que, de seguir esta tendencia, en menos de 100 años dejarán de ser habitables.
La Gran Barrera de Coral
El mayor arrecife de coral del mundo, situado en la costa australiana, perdió en menos de tres décadas la mitad de su población. Sin duda es uno de los lugares más bellos del planeta, pero de seguir esta tendencia no quedará ni rastro en pocos años. Las causas de esta devastación fueron, según los expertos, el aumento de las temperaturas, las tormentas tropicales (cada vez más fuertes) y la inclusión de una especie de estrella de mar invasora que se alimenta de coral. Todo esto y más, como la acidificación de los océanos, son los retos que tiene que superar este ecosistema para recuperarse.
Glaciares de la Patagonia
Los glaciares de esta región constituyen una de las mayores capas heladas de la Tierra, pero el aumento de las temperaturas está acelerando su desaparición. Toneladas de hielo se pierden cada año en una de las zonas más impresionantes del planeta. Además de quedarnos sin un paisaje espléndido, la desaparición de los glaciares también ocasionará problemas en el suministro de agua de las regiones cercanas.
Venecia
Es una de las ciudades más románticas del viejo continente y también una de las más amenazadas, además por partida doble. Por un lado, el aumento del nivel del mar acuciado por el incremento de las temperaturas y, por otro, el hundimiento del suelo de unos 2 milímetros por año. La suma da como resultado que esta ciudad italiana se sumerja a un ritmo más rápido del que se creía: unos 4 centímetros cada 20 años. Los geólogos afirman que Venecia desaparecerá en unas décadas de forma inevitable.