Ser listo está bien. A simple vista, ser listo parece hacer la vida más fácil. Pero hay otra versión de la historia.
La gente inteligente tiene fama de cometer errores tontos, especialmente en situaciones que requieren sentido común. La simplicidad de estas situaciones y la abundante inteligencia de aquellos que tienden a meter la pata pueden ser muy cómicas.
Los científicos están empezando a comprender por qué sucede esto. Shane Frederick, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, fue uno de los primeros en dirigir una investigación que explicara por qué el pensamiento racional y la inteligencia no tienden a ir de la mano.
En sus estudios, Frederick pedía a los participantes que resolvieran problemas simples como este:
Un bate y una pelota cuestan un dólar y diez centavos. El bate cuesta un dólar más que la pelota. ¿Cuánto cuesta la pelota?
Frederick observó que algunos tenían la tendencia a dar sin pensar una respuesta incorrecta, y afirmaban con mucha seguridad que la pelota costaba diez centavos. Pero tú, obviamente, sabías que la respuesta correcta es que la pelota cuesta cinco centavos, y está perfectamente justificado que te estés preguntando si los que daban la respuesta incorrecta eran los menos listos.
Un grupo de psicólogos de la Universidad James Madison (Estados Unidos) y de la Universidad de Toronto (Canadá) se preguntaban exactamente lo mismo. Hicieron test de lógica parecidos a cientos de participantes y compararon la precisión de sus respuestas con sus niveles de inteligencia. Los expertos llegaron a la conclusión de que las personas más inteligentes tenían más probabilidades de decir sin pensar una respuesta incorrecta porque cometen más errores mentales cuando tienen que resolver algún problema.
Las personas inteligentes son propensas a cometer fallos tontos porque hay puntos ciegos en su manera de usar la lógica. Y estos puntos ciegos existen porque la gente inteligente tiende a confiar en exceso en su capacidad de razonamiento. Es decir, como están acostumbrados a tener razón y a dar respuestas rápidas, no se dan cuenta cuando meten la pata por no pensar un poco más las cosas.
Los menos listos a los que se les hizo la pregunta del bate y la pelota tampoco eran tan tontos. Cuando Frederick les hizo esa pregunta a los estudiantes de Harvard, Princeton y del MIT, más de la mitad no dieron la respuesta correcta. Incluso los estudiantes de las universidades más prestigiosas del mundo tienen fallos tontos.
Quizá lo más preocupante de que la gente inteligente cometa este tipo de errores sea lo poco conscientes que son de cometerlos. Todo el mundo, independientemente de su nivel de inteligencia, sucumbe y «ve mejor la paja en el ojo ajeno». Es decir, reconocemos perfectamente los errores de los demás pero nos cuesta mucho reconocer los nuestros. Cuanto más tonto sea el fallo cometido, más le cuesta a una persona inteligente reconocerlo.
Es verdad que no nos pasamos el día resolviendo problemas de lógica como el del bate y la pelota, pero las funciones del cerebro involucradas en la resolución de este tipo de problemas son las mismas que utilizamos en el pensamiento cotidiano. Por lo tanto, la tendencia de la gente inteligente a cometer errores estúpidos afecta también en el lugar de trabajo. Veamos por qué la gente inteligente se las arregla para dispararse en el pie.
1. Las personas inteligentes confían demasiado en sí mismas
Una vida de elogios y palmaditas en la espalda tiene como consecuencia que la gente inteligente desarrolle una fe imperturbable en su inteligencia y en su capacidad. Cuando vas cosechando cumplidos y la gente alimenta tu ego, es fácil esperar que todo te salga bien. Pero estas expectativas son peligrosas. Las personas inteligentes no suelen reconocer que necesitan ayuda y, si lo reconocen, tienden a creer que nadie es capaz de proporcionársela.
2. Presionan demasiado a la gente
Como lo consiguen todo tan fácilmente, las personas inteligentes no entienden lo que tienen que esforzarse los demás para conseguir lo mismo, y por eso les presionan tanto. Las personas inteligentes dejan el listón muy alto y, cuando los demás tardan demasiado en alcanzarlo (o no lo alcanzan porque las cosas no les salen del todo bien), dan por hecho que no se están esforzando lo suficiente. Así que les presionan aún más y pierden la oportunidad de ayudarles a conseguir los objetivos que tienen tantas ganas de alcanzar.
3. Siempre tienen que tener razón
A todo el mundo le cuesta aceptar con elegancia que se ha equivocado. Pero a las personas inteligentes les cuesta incluso más porque están tan acostumbradas a tener razón siempre que eso ya forma parte de su identidad. La gente inteligente puede percibir el hecho de equivocarse como un ataque personal; y el hecho de tener razón, como una necesidad.
4. Carecen de inteligencia emocional
Aunque la inteligencia (el coeficiente intelectual) y la inteligencia emocional no tengan una correlación significativa (en general, las personas inteligentes tienen un nivel de inteligencia emocional tan alto como los demás), cuando una persona inteligente carece de inteligencia emocional es dolorosamente evidente. Estos individuos de coeficiente intelectual alto y escasa inteligencia emocional conciben el mundo como una meritocracia. Los logros son lo único que importa y las personas y los sentimientos solo son obstáculos en el camino. Es una pena, porque un estudio de TalentSmart en el que participaron más de un millón de personas demuestra que -incluso entre los niveles superiores de inteligencia- los más inteligentes son aquellos con los niveles de inteligencia emocional más altos, según un test de inteligencia emocional.
5. Cuando fracasan, se rinden
¿Te has fijado alguna vez en la mirada de un atleta que todo el mundo creía que iba a ganar pero que al final no gana? Las personas inteligentes pueden caer fácilmente en la trampa de concebir un fracaso como el fin del mundo porque el hecho de que todo les suela salir bien crea unas expectativas por las que les cuesta tolerar el fracaso. Las personas que han de esforzarse mucho para conseguir sus objetivos tienen mucha más práctica en lo que respecta a aprender a lidiar con el fracaso. Aprenden a aceptarlo porque saben que el fracaso es un peldaño más hacia el éxito.
6. No desarrollan coraje
Cuando consigues todo con relativa facilidad, puede que concibas el esfuerzo como algo negativo (como una señal de que no tienes lo que hay que tener). Cuando las personas inteligentes no son capaces de conseguir algo sin una gran cantidad de esfuerzo, tienden a sentirse frustradas y humilladas. Y eso les lleva a asumir que se debe a que tienen algún problema. Como consecuencia, tienden a pasarse a una actividad que reafirme su valía en vez de tomarse un tiempo para desarrollar el coraje que necesitan para lograr todo lo que se propongan.
7. Hacen varias cosas a la vez
Las personas inteligentes piensan muy rápido, por lo que puede que sean impacientes. Les gusta ir haciendo varias cosas a la vez para no perder el tiempo. Piensan tan rápido que, cuando están en modo multitarea, tienen la sensación de que les funciona y de que les cunde más, pero una investigación realizada por la Universidad de Stanford demuestra que no es así. Además de que hacer varias cosas reduce tu productividad, a las personas que suelen hacer varias cosas a la vez porque piensan que se les da bien se les da peor la multitarea que a aquellas que prefieren hacer las cosas de una en una.
8. Les cuesta aceptar críticas
Las personas inteligentes tienden a desestimar las opiniones de los demás, ya que les cuesta creer que haya alguien cualificado como para darles un feedback útil. Esta tendencia, además de entorpecer su crecimiento y su rendimiento, puede favorecer el desarrollo de relaciones tóxicas, tanto en el ámbito personal como en el laboral.
En resumen:
Hay a quien le puede parecer que con este post estoy poniendo verdes a las personas inteligentes, pero no es así. Algunos de los grandes dones de la vida, como la inteligencia, pueden conllevar algunas dificultades. Si no estás dispuesto a contemplar el panorama completo desde una perspectiva honesta, te estarás subestimando. Y eso no sería muy inteligente.