Ir del punto cero a ser una compañía global sin ningún tipo de apoyo financiero —más allá de créditos bancarios— contiene muchos aprendizajes y una sola gran certeza: emprender es defender una proyección que nos apasiona, y estar convencidos de que vamos construyendo sobre cosas que realmente van a suceder. Empezar un negocio sin contar con rondas de financiación no es una aventura sencillapero deja algunas lecciones y consejos que conviene tener en mente para iniciarte en este mundo.
El principal capital de un emprendedor es su intuición, que tiene que ver con su capacidad de leer en los signos del presente las tendencias que impactarán en el futuro. La intuición es una herramienta muy poderosa, pero hay que saber orientarla. Para eso, la educación es básica y, aunque no hay una escuela para emprendedores, es necesario seguir formándose siempre.
Cultivar la intuición es también vivir en una tensión que te permite darte cuenta del momento trascendental que el mundo está presenciando. Hoy mismo el cambio es brutal, el acceso a la información, los robots cada vez más sofisticados e inteligentes se han convertido en nuestros compañeros de vida. La digitalización, la automatización y la virtualidad han llegado para instalarse en nuestro día a día. Anticipar esto es esencial para monetizarlo en el presente.
Ser libre y riguroso a la vez
Cuando no tienes dinero, explotar tu intuición para los negocios representa un reto mayor. Sin embargo, no tener apoyo económico te condiciona y te libera a la vez. Te hace cauto y libre al mismo tiempo. No tienes que rendir cuentas a nadie al tomar decisiones: si pierdes, pierdes lo tuyo. Así adquieres una gran responsabilidad ante el riesgo, lo tomas muy seriamente y te arriesgas de la mejor manera posible. La austeridad y rigurosidad económica también te hace ser muy estratégico en los gastos y muy exigente al cobrar, para poder pagar a tiempo a, por ejemplo, los proveedores y lograr salud financiera.
Ganar menos y reinvertir
Uno de los objetivos principales es crear valor dentro de la compañía. Esto te permite cierta holgura de capital y tener más herramientas a largo plazo. Pero reinvertir implica sacrificios como, por ejemplo, cobrar menos que la industria; es decir, que en tu misma posición y experiencia podrías estar en trabajos mejor remunerados. Aquí tienes que decidir entre el beneficio individual o concentrarte en lo que es mejor para la compañía.
Además de reinvertir, es importante determinar un criterio de negocio basado en lo que sabes hacer bien. La clave está en ser consciente de lo que haces bien y hacerlo, en vez de pretender estar siempre por encima de tus capacidades.
Invertir en las personas, crecer desde dentro
Invertir en personas y en la cultura es clave para el desarrollo de la compañía. Podrías ganar más si tus oficinas están a las afueras en vez de en lugares céntricos que benefician a los empleados o si haces contratos precarios. Pero lo cierto es que contratar a las personas por tiempo indefinido con salarios competitivos es una de las claves que puede ayudarte a crecer. Invertir en tu cultura empresarial te hace crecer con cierta homogeneidad.
Tener la capacidad de proyectarse
Un aprendizaje clave para el crecimiento es detectar los momentos bisagra y ser capaz de comunicar de manera clara el punto a donde queremos llegar. Y esa proyección tiene que ser apasionante. Porque no todo es austeridad, también hay que tener la capacidad detectar esos momentos en los que hay que dar el salto y apostar. Definir lo que quieres es lo que te hace capaz de ir hacia ello y, cuando logras que otros lo entiendan, tienes los primeros visos de un proyecto en funcionamiento.