Camino de la riqueza (Libro) 1

Camino de la riqueza (Libro)

Reseña

Benjamín Franklin nació en 1706; podía hacer casi todo, y lo hizo. Cuando no estaba ayudando a liderar la Guerra de Independencia estadounidense, a redactar la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, inventando bifocales o sirviendo a su país como embajador en Francia, se hacía rico escribiendo y publicando el Almanaque del pobre Richard, cuyo prefacio, publicado por primera vez en 1758, es “Camino de la riqueza”. La inagotable capacidad de Franklin para crear aforismos ingeniosos, concisos y útiles mantiene la importancia de sus palabras para los lectores de todo el mundo 250 años después de que se imprimieran por primera vez. Franklin escribió el Almanaque del pobre Richard bajo el seudónimo de Richard Saunders y vendía 10 mil ejemplares al año por subscripción; dada la población de las colonias, es equivalente a vender tres millones de ejemplares hoy día. Los consejos de Franklin sobre la vida cotidiana, el esfuerzo valioso, la naturaleza humana, los hábitos fiscales, la vestimenta, la vanidad y la prudencia siguen siendo hilarantes, verídicos y, en su mayor parte, casi imposibles de seguir. Recomendamos los clásicos consejos de Franklin y su perspectiva de la vida a todo aquel que tenga sentido del humor; aprecio por la prosa concisa, directa y elegante, y el deseo de entender – y quizá cambiar – los malos hábitos que hacen humanas a las personas.

En este resumen usted aprenderá

  • Por qué se debe trabajar arduamente y ser prudente;
  • Cómo conservar lo que ha ganado y
  • Cómo impedir que su vanidad lo lleve al endeudamiento.

Ideas fundamentales

  • En 1758, uno de los padres fundadores de EE.UU., Benjamín Franklin, publicó “Camino de la riqueza” como prefacio al Almanaque del pobre Richard, un libro de consejos.
  • El breve prefacio es famoso como escaparate de las ideas medulares de Franklin, entre las que se encuentran:
  • “La pobreza alcanzará a quienes caminen con la lenta velocidad de la Pereza”.
  • Si compra lo que no necesita, poco después venderá lo que más necesita.
  • Para conocer el verdadero valor del dinero, trate de pedir prestado. Tenga en cuenta que endeudarse significa dar a sus acreedores poder sobre su vida.
  • Las deudas socavan el honor y la vitalidad de una persona.
  • Si no paga a tiempo, sus acreedores pueden encarcelarlo o venderlo como sirviente.
  • Las ganancias financieras son efímeras, mientras que los gastos necesarios perduran y raramente disminuyen.
  • Decir a la gente cómo actuar no cambia su comportamiento.
  • La experiencia nos ofrece duras lecciones, pero son las únicas lecciones que los “tontos” aprenden.

Resumen

De los impuestos

Una multitud se reúne y aguarda la apertura de las puertas a una subasta. Un anciano pasa por allí y la multitud lo persuade de que comparta su visión del mundo. El anciano es el Padre Abraham, que no padece de escasez de opiniones. Acepta hablar, pero sólo brevemente porque “una palabra le basta al sabio”. Algunos entre la multitud expresan su preocupación por el estado actual de los impuestos. El Padre Abraham dice que los impuestos gubernamentales son realmente onerosos, pero nada comparado con lo que los ciudadanos se imponen por su conducta: la ociosidad grava a cada cual con “el doble”; el orgullo, con “el triple”, y la insensatez, con “el comprar tela para un nuevo abrigo pero, luego de algunos momentos de reflexión, decide seguir usando el abrigo viejo. Sale de la subasta y dice a quienes pudiesen leer su pensamiento: “Soy, como siempre, su seguro servidor”. cuádruple” de lo hace cualquier gobierno. Ningún Estado puede reducir o eliminar esos impuestos; sólo la muerte de los ciudadanos los libera de su carga.

De los “emprendedores”

Un gobierno verdaderamente gravoso podría exigir un diezmo del tiempo de cada ciudadano como pago de impuestos, pero la ociosidad cobra mucho más tiempo. La indolencia reduce la vida, pues nos hace susceptibles a la enfermedad. Las funciones letárgicas, como el óxido, corroen la salud humana. La actividad nos mantiene sanos, porque “lo que no se usa se atrofia”. El tiempo es el bien más preciado. Malgastar el tiempo significa derrochar la posesión más valiosa: los limitados días de nuestra existencia. Uno no puede recuperar el tiempo perdido ni recobrarlo cuando son necesarias más horas para terminar una tarea crucial. Para nosotros, el tiempo que nos haya sido asignado en la Tierra nunca será suficiente.

“Pero, si se ama la vida, no debe derrocharse el tiempo, porque de eso está hecha la vida”.

No perder el tiempo significa ser “diligente”. Trabaje con ahínco todos los días para lograr lo que quiera. “A quien madruga, Dios lo ayuda”. Para el perezoso, toda tarea es ardua. Si uno se levanta tarde, debe apresurarse todo el día con la esperanza de poder cumplir con sus responsabilidades antes de volver a acostarse. Los flojos avanzan con tal lentitud que, sin duda alguna, la “Pobreza” los alcanzará.

“La labor paga deudas, mientras que la desesperación las incrementa”.

Mantenga el control de su negocio; de lo contrario, éste lo controlará a usted. Si se entrega a sueños ociosos, podría perder todo lo que tiene, y por supuesto lo que quisiera ganar en el futuro: “Quien vive de esperanza muere de sentimiento”. Si convierte la energía de sus deseos en ser “Emprendedor”, no necesita soñar. Lograr algo requiere trabajar con ahínco y sufrir, pero, si tiene un “oficio”, posee un “patrimonio”. Si su oficio es su “vocación”, no hay mucho más que pedirle a la vida, pues una vocación le permite trabajar con orgullo y amar lo que debe hacer para ganarse la vida.

De la indolencia

“Are la tierra mientras los haraganes duermen, y tendrá maíz para vender y acopiar”. Ponga manos a la obra en las tareas inmediatas hoy porque no sabe qué obstáculos traerá el mañana. Dése cuenta de que “más vale pájaro en mano que cien volando”. Sentarse y preocuparse de sus problemas los vuelve más grandes.

“Cuando no esté seguro de un minuto, no desperdicie una hora”.

El trabajo diligente reduce toda dificultad, ya sea espiritual o económica. Atender el trabajo significa hacer cada tarea cuando debe hacerse y evitar la indolencia: “Nunca deje para mañana lo que pueda hacer hoy”. Se avergonzaría si su jefe lo sorprendiera ocioso. En este mundo, sea cual fuere la tarea, nimia o importante, usted es siempre su propio jefe. Debe sentirse igualmente avergonzado cuando está ocioso, aunque trabaje para sí mismo.

“Atienda su tienda y su tienda lo atenderá”.

El trabajo puede parecer difícil e interminable pero, si pone manos a la obra todos los días, verá “grandes resultados”. Cuanto más afloje, más trabajo le aguardará cuando finalmente trabaje como debería. Haga que la “diligencia y la paciencia” sean sinónimas. Usted sabe que “la gota de agua perfora la roca, no por su fuerza sino por su constancia”, pero, cuando todas esas gotas lo aguardan, podría querer un pequeño descanso. No lo tome; “cuando no esté seguro de un minuto, no desperdicie una hora”. El ocio es para quienes usan el tiempo eficazmente y usted debe usarlo haciendo algo útil. Sólo el trabajador diligente puede lograr esa clase de ocio. Un holgazán lo añorará siempre: “Muchos … vivirían únicamente de su ingenio, pero tienen que parar por falta de reservas”.

De la confianza

Quienes hilan su tela sin cesar pueden vestir tantas prendas como deseen. Ser emprendedor significa prestar atención “continua, estable y cuidadosa” a su trabajo y a su vida, y usar el discernimiento cuando se trata de confiar en otros. Lo mejor es tener su propio negocio, porque “al ojo del amo engorda el ganado”. En sus labores diarias, puede ser el labrador o el buey; si es el buey, estará bajo el yugo de alguien; pero, si elige ser labrador, deber arar todos los días.

“La carencia de atención hace más daño que la carencia de conocimiento”.

Atienda lo suyo, porque “la falta de atención hace más daño que la falta de conocimiento”. Supervise a sus trabajadores. Dejar que hagan lo que les plazca es como dejar la billetera abierta para que se lleven lo que quieran. Confiar demasiado en otros es el camino seguro a la ruina. Si atiende sus propios asuntos, entonces sabe que tiene un supervisor en quien puede confiar: “Si quiere un sirviente fiel, sírvase a sí mismo”; pero si supervisa sus propios asuntos, no descuide ningún aspecto: “Por falta de clavos, se perdió la herradura; por falta de herradura, se perdió el caballo; y por falta de caballo, se perdió el jinete”. Lo que podría parecer un instante de descuido o negligencia puede tener consecuencias profundas y muy negativas.

De la “frugalidad”

Aunque sea emprendedor y vigile atentamente sus asuntos, todo será inútil si no es frugal. Gastar en placeres efímeros lo que gana es aparentemente fácil, pero “cocina pingüe hace voluntad magra”. Si desea riqueza, debe ganar dinero y ahorrarlo. Ahorrar es mucho más difícil que adquirir. Debe abstenerse de las “extravagancias costosas” porque “Mujeres y vino, juego y artimañas / Hacen pequeña la riqueza y grande el deseo”. Los pequeños gastos se acumulan. Si satisface todos sus pequeños caprichos, drenará sus bolsillos. “Los tontos hacen festines; los sabios los comen”.

“Quien siempre saca de la cesta de comida, y nunca pone nada, pronto llega al fondo”.

A la puerta de la casa de subastas, el Padre Abraham recuerda a la multitud que se reunió para comprar cosas que no necesita: “Las llaman bienes pero, si no tienen cuidado, serán males para algunos de ustedes”. Si compra reiteradamente cosas que no necesita, pronto tendrá que vender lo que necesita. La vanidad es la madre del despilfarro. Muchas personas van por la vida viéndose muy bien y a la última moda, pero con un estómago que pide comida a gritos. “Sedas y satines, escarlatas y terciopelos apagan el fuego en el hogar”. Las ropas y enseres finos no son necesidades; ni siquiera “comodidades”. Esos caprichos llevan a los refinados a la ruina y luego tienen que pedir prestado a quienes usualmente no se molestarían por saludar en la calle. Si usted es emprendedor y frugal, nunca necesitará préstamos, porque las deudas son la ruina del honor. “Un labrador de pie es más alto que un caballero de rodillas”.

Del orgullo y la deuda

Para conocer el verdadero valor del dinero, “trate de pedir prestado”. Quien busca conseguir un préstamo sólo encontrará angustia. El orgullo puede llevarlo a perder el sentido razonable del gasto. Si adquiere un artículo bello, querrá diez más. Vencer el primer impulso de comprar es mucho más fácil que colmar todos los deseos que desencadenará la primera compra. Aténgase a su condición. Si se viste más allá de su condición, sus colegas le tendrán envidia y sus superiores lo creerán tonto. ¿De qué sirve enorgullecerse de ropas elegantes si eso hace que su familia sufra? El orgullo no le dará salud, ni “calmará su dolor”, ni lo hará mejor persona.

“Un pequeño agujero hunde un gran barco”.

Endeudarse significa entregar su libertad, dignidad y poder. “El segundo vicio es mentir; el primero, endeudarse”. Podría gustarle la idea de comprar ahora y pagar en seis meses, pero durante esos seis meses, y probablemente después, sus acreedores tendrán el verdadero control de su vida y de sus asuntos. Si debe demorar el pago, le avergonzará ver a la persona a quien le debe y tratará de escabullirse, dará excusas y sacrificará su honor por unos céntimos. Si es libre, no debe temer ni mortificarse por encontrarse con nadie, pero estar endeudado le roba su personalidad y su carácter: “Es difícil que una bolsa vacía se mantenga en pie”.

“Para la edad y la necesidad, ahorre lo que quiera; ningún sol mañanero dura todo un día”.

Y, ¿si el gobierno promulgase una ley que le prohibiera “vestir como un caballero o como una dama” o comer manjares? Argumentaría vigorosamente que tiene derecho a vestir como le plazca y comer lo que le plazca. Sin embargo, cuando se endeuda, se somete a una “tiranía” idéntica. Toda la autoridad sobre su vida reside en su acreedor, quien puede encarcelarlo o venderlo como sirviente para cobrar lo que le debe. Puede creer que hizo un excelente trato cuando firmó el contrato con su acreedor y que, con todo el tiempo que le da el plazo de la deuda, no tendrá problemas para pagar. Pero cuando debe dinero, el tiempo parece pasar mucho más rápido que de costumbre y el dinero se acumula mucho más lentamente. Asimismo, recuerde: “Los acreedores tienen mejor memoria que los deudores”. Los acreedores prestan mucha atención al calendario y siempre tienen presente la fecha. Quizás espere que sus acreedores olviden el día de vencimiento del pagaré, pero nunca lo olvidan. Inevitablemente, sentirá que el plazo de su deuda es mucho más corto de lo que le gustaría y lo será: “La Cuaresma es corta para quienes deben dinero que deben pagar en Pascua”.

“En los asuntos de este mundo, no es la fe quien salva a los hombres, sino su necesidad de ella”.

Adquirir financiamiento siempre será difícil, pero el gasto es perpetuo; es la única certeza que tendrá en la vida, además de la muerte. “Es más fácil construir dos chimeneas que mantener una encendida”. Se sentirá mucho mejor si se va a la cama con hambre que si despierta debiendo algo a alguien: “Gane lo que pueda y, lo que gane, consérvelo”.

Del conocimiento y los buenos consejos

“La razón y la sabiduría” deben ser la base de la “doctrina” a la que se apegue. Aunque sea ahorrativo, práctico y concienzudo, necesita “la bendición del cielo”. Pídala con humildad. Actúe con modestia, sea caritativo y ayude a los menos afortunados.

“Si no escucha la Razón, ella seguramente le llamará la atención”.

La experiencia “se adquiere en una escuela costosa, pero los tontos no aprenden en ninguna otra”. Usted puede ofrecer consejos sensatos, pero “a quienes no se puede aconsejar, no se puede ayudar”. Por escuchar un consejo una persona no necesariamente va a cambiar. En ese momento, el Padre Abraham dejó de hablar y siguió su camino. La multitud lo había escuchado con mucha atención y daba muestras de aprobar gran parte de lo que había dicho. Sin embargo, tan pronto como el anciano se alejó, todos los que tanto habían disfrutado su discurso hicieron inmediatamente lo opuesto de todo lo que les aconsejó. Las puertas de la subasta se abrieron, la multitud se apresuró a entrar y todos empezaron a pujar y a gastar. Algunos gastaban el dinero que poseían y otros el que sólo les pertenecía por un día o un mes o seis meses, dependiendo del plazo del préstamo que hubieran podido negociar.

“Aunque al principio había decidido comprar tela para un nuevo abrigo, me alejé resuelto a usar el viejo abrigo más tiempo. Lector, si hace lo mismo, sus ganancias serán tan grandes como las mías”. ( – Richard Saunders, Almanaque del pobre Richard)

Richard Saunders, el autor del Almanaque del pobre Richard, está pensando en

Sobre el autor

Benjamín Franklin, uno de los padres fundadores de Estados Unidos, nació en 1706; fue estadista, revolucionario, escritor, inventor, científico, bombero y maestro de ajedrez. Hizo innovadores experimentos con la electricidad; demostró que el relámpago es un fenómeno eléctrico, e inventó el pararrayos. También diseño la estufa Franklin, un aparato simple y eficaz que capta el calor de una chimenea y lo refleja dentro del cuarto; un odómetro para los carruajes tirados por caballos, y unos lentes bifocales. Estudió y dio nombre a la corriente oceánica del Golfo de México. Fue cofundador de las primeras compañías de bomberos voluntarios de EE.UU. y gobernador del estado de Pensilvania. Franklin fue un ferviente abolicionista; liberó a sus esclavos y se opuso a la esclavitud en su país y en cualquier otro sitio. Fue un incansable servidor público y arriesgó su fortuna y su vida al oponerse al gobierno de Inglaterra. Fue líder de la Guerra de Independencia de Estados Unidos y contribuyó a la redacción de la Declaración de Independencia. Durante la Guerra de Independencia, Franklin fungió como embajador de su país en Francia. Participó en la Convención de Filadelfia, que redactó la Constitución de EE.UU. Fue signatario de la Constitución y la Declaración de Independencia.

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