Reseña
Tomar decisiones importantes puede generar dudas por el temor a equivocarse, y es probable que ese temor haga que se equivoque una y otra vez. Todas las personas cometen errores en la toma de decisiones, por lo que los consultores Miguel Ángel Ariño y Pablo Maella han estudiado las razones por las cuales las personas tropiezan “con la misma piedra” al momento de decidir. Este libro enumera los diez errores más comunes que afectan la toma de decisiones, por lo que considero útil su lectura para toda persona que busque mejorar su toma de decisiones en lo personal y profesional.
Ideas fundamentales
- Existen diez errores comunes que se cometen al tomar decisiones que debe conocer para evitarlos.
- El primer error es creer que existe la decisión perfecta y que todo está bajo control. El segundo es no ser realista y creer que las cosas serán como desea, y culpar a los demás si no es así.
- El tercer error es dejarse llevar por la primera impresión, que puede ser engañosa.
- El cuarto error a evitar es hacer lo que los demás hacen por temor a quedar en ridículo.
- El quinto error es arriesgarse más de lo necesario sin calcular las consecuencias.
- El sexto error a evitar es seguir la intuición a ciegas, sin un análisis que la sustente.
- El séptimo error que debe evitar al tomar una decisión es no aceptar que su idea puede no ser buena, cuando los hechos lo demuestran.
- El octavo error es decidir sin sopesar todas las posibles consecuencias, tanto inmediatas como a futuro.
- El noveno error es dejarse llevar por la presión del grupo y aceptar decisiones con las que no concuerda.
- Finalmente, el décimo error que le será útil evitar, una vez que haya tomado una decisión definitiva es no comprometerse a fondo para hacer que esta se vuelva realidad.
Resumen
Buscar la perfección
La vida es un perpetuo decidir. Tomar decisiones es inevitable y las grandes decisiones que usted toma van conformando su vida. Ya sea que decida estudiar una u otra carrera, no casarse o tener hijos, renunciar a un trabajo o intentar cambiar una situación, todas son elecciones que traen consecuencias, por lo que saber tomar decisiones es muy importante. Siempre está decidiendo, ya sean cosas pequeñas y cotidianas, como qué ropa ponerse hoy, o muy importantes, como mudarse a otro país. No hay manera de no hacerlo.
“El perfeccionismo nos conduce a un exceso de análisis y a una parálisis en la toma de decisiones””.
Decidir correctamente no es sencillo. Se cometen muchos errores, pero siempre es posible aprender de ellos. Las decisiones están marcadas por las necesidades del momento y estas cambian, por lo que una decisión que parecía perfecta un día podría dejar de serlo en un par de meses. Equivocarse es normal, por lo que buscar una decisión perfecta es el primer error que puede cometer. Todas las decisiones tienen consecuencias y riesgos y buscar la perfección solo le hará sentirse frustrado. Hay que aceptar que es normal equivocarse y que no todo está bajo su control, aunque no le guste reconocerlo.
“Decidir, sí. Asumir riesgos también, pero sabiendo qué riesgos se están asumiendo y estando preparados para abordar posibles consecuencias adversas””.
En general, no es posible hacer bien las cosas al primer intento; usted solo necesita no decidir tan mal como para que el error no pueda corregirse. Buscar la decisión perfecta puede llevarle demasiado tiempo, porque analizar todos los factores y sus consecuencias es probable que le produzca más dudas, tanto que puede llegar incluso a no poder decidir nada. Y, además, no porque usted tome una buena decisión las cosas saldrán como espera, ya que existen muchos factores que determinan los resultados, incluso cuando calcule los riesgos. Hay que aceptarlo sin temor y tomarlo como aprendizaje.
Consecuencias de no ser realista
Existe una multitud de maneras de hacer las cosas y uno de los obstáculos que puede generar es creer que su verdad es la única. Un segundo error al tomar decisiones es creer que su versión de la realidad es la definitiva y, si las cosas no salen como usted quisiera, culpar a los demás sin considerar que la realidad puede ser distinta. Cuando surge un problema usted suele evaluar las posibles causas, pero podría omitir considerarse parte de ellas. Todas las opciones tienen diferentes elementos y usted es uno de ellos.
“Cuando tomamos decisiones basadas en opiniones o juicios, hemos de estar dispuestos a variar la decisión en cuanto haya razones que nos hagan cambiar de opinión””.
El deseo de que la realidad sea de una manera determinada es un error común. Las personas creen que tienen más control sobre lo que pasa en sus vidas que el que realmente tienen. Existen muchos ejemplos de cómo el desear que los resultados sean de una manera da por resultado el fracaso o la frustración, porque los imprevistos de la vida diaria interfieren a tal grado que el resultado cambia totalmente. Este es el caso de la fusión de Chrysler con Mercedes Benz, que implicó más variables de las que se pudieron prever, y que les obligaron a separarse.
“Las primeras impresiones que tenemos sobre una situación, una persona o un suceso condicionan mucho cómo vamos a pensar sobre esa situación””.
Saber diferenciar los datos objetivos de las opiniones y los juicios es importante para tomar decisiones. El tomar las opiniones como base le hará decidir mal, es mejor ser lo más objetivo posible y averiguar los hechos reales para así poder tomar decisiones más atinadas. Es importante ver y entender la situación y sus causas tal como son y no como quisiera que fuesen. No olvide que la manera en que le muestren o digan las cosas induce el cómo tomará su decisión, como en la anécdota del monje que pide permiso para fumar mientras reza: el permiso le es negado, pero si lo pide para rezar mientras fuma se le otorga.
No se engañe
Si quiere comprar un departamento y el vendedor lo lleva primero a ver varios caros e inadecuados, pero cuando lo lleve a uno normal, usted pensará que es una ganga. Es una estrategia de ventas que ilustra el tercer riesgo a considerar al tomar decisiones: la primera impresión suele causar una percepción duradera. Es común encontrar este tipo de trampas, como dar algo gratis en la compra de un producto. También es común creer que la primera idea que llega a su mente es la mejor, sin evaluar otras opciones.
“Nuestras alternativas las tenemos que contrastar y comparar con otras, ver las ventajas de otras opciones y los posibles fallos de la nuestra””.
Todas las alternativas tienen pros y contras y no hay una sola que sea perfecta. Tendrá que analizarlas a fondo y compararlas con otras sin engañarse ni decidir solo para salir de una situación molesta, como el renunciar antes de tener otro trabajo asegurado. Sea objetivo, vea lo positivo y lo negativo de sus opciones, no se engañe. La mejor manera de evitarlo es ser creativo y gestar varias alternativas que puedan ser evaluadas para elegir la más adecuada. No se apresure, medite y consulte las opciones, ya que nuevas perspectivas pueden iluminar puntos ciegos que usted no vea.
“La gestión de empresas es un caldo de cultivo propicio para decidir hacer lo que hace la mayoría, en vez de pensar alternativas válidas para cada caso concreto””.
Cuando las “empresas puntocom” se pusieron de moda con la promesa de grandes ganancias a futuro y comenzaron a cotizar en la bolsa, muchos empresarios invirtieron en ellas; en pocos meses estalló la burbuja y al final obtuvieron solo pérdidas. Esto sucedió al caer en el cuarto error a evitar: decidir basándose en el temor a quedar fuera y ser diferente, por no querer ser el único que se equivoque o por temor al ridículo. Encuentre su propio camino en vez de seguir la pauta de otros.
No se arriesgue de más
Cuando por cualquier circunstancia se quiere decidir apresuradamente, lo más seguro es que se elija equivocadamente. La presión no es buena consejera y toda decisión requiere de un tiempo de reflexión. Cuando se toma una decisión desaparece la incertidumbre y por tanto la ansiedad que ésta ocasiona, pero decidir con prontitud no significa que sea una elección eficaz. Es importante saber qué es lo que se busca en concreto para poder elegir adecuadamente, tomando en cuenta los riesgos que implica.
“Pensamos que sabemos más de lo que realmente sabemos y que tenemos más control sobre las cosas del que realmente tenemos””.
En cuanto a los riesgos, hay que calcularlos bien para no arriesgarse a tal grado que pueda perderlo todo, y con mayor razón si afecta a terceras personas. Hay gente que es atraída por los riesgos y otra que, al contrario, prefiere mantenerse en zona segura, pero es mejor situarse en una posición media y pedir opiniones a personas que piensen distinto. No hacerlo representa el quinto error. No crea que tiene todo bajo control. La vida es incertidumbre y hay que aceptarla. Esto le permitirá imaginar los múltiples escenarios que pudieran resultar de una decisión y calcular los riesgos y los beneficios.
Guiarse por la intuición y el análisis
Acepte la realidad, aunque no sea la que usted desearía. Esté abierto al curso que toman las cosas naturalmente y si tiene que cambiar de planes, hágalo. Es mejor adecuarse a las circunstancias que luchar contra ellas para acabar fracasando. Mida sus riesgos, no vaya más allá de lo prudente y confíe en su intuición. La intuición es orgánica y no requiere de la razón para saber algo. La razón disecciona las cosas para comprender sus partes y la intuición solo sabe. La intuición se puede entender como creativa o experta. Una persona experta, como un médico excelente, puede reconocer síntomas y diagnosticar con certeza. Se guía por la experiencia y muy pocas veces intenta hacer las cosas de manera distinta, muy al contrario de quien tiene intuición creativa. Las ideas originales e innovadoras tienen gran valor, aunque esto no garantiza que sean eficaces, por lo que siempre hay que probarlas.
“Muchas veces nos comprometemos con un curso de acción y lo llevamos a cabo sin cuestionarnos si es lo mejor que podíamos hacer o si hay otras alternativas””.
Está bien confiar en la intuición, pero debe hacer los análisis pertinentes para complementar la decisión y así evitar el sexto error en la toma de decisiones. La intuición puede ayudarle a tomar buenas decisiones, pero también conlleva riesgos. Si uno es experto, lo es solo en su campo y creer que lo es en todo es arrogancia. En una empresa si decide por intuición debe ser un alto mando; de lo contrario, no generará compromiso de parte de los empleados, ya que no es una decisión razonada.
No aferrarse a sus ideas
El séptimo error es aferrarse con rigidez a sus ideas. La gente tiende a escuchar solo lo que concuerda con lo que piensa y a rechazar lo que difiere. Pareciera que lo único importante es defender sus posturas, ya que les cuesta mucho salir de ese territorio conocido y evaluar otros argumentos. Si planea algo, podría querer adherirse a la idea original pase lo que pase, sin considerar si es lo mejor. Lo desagradable tiene más impacto emocional que lo positivo, por lo que se evita.
“El abogado del diablo acostumbra a plantear cuestiones que obligan a revisar minuciosamente la decisión y, por tanto, a hacerla más robusta, además facilita la mejor comprensión de la situación””.
No obstante, negarse a aceptar las pérdidas tanto como las malas decisiones conlleva a riesgos innecesarios que acabarán costando más que el aceptar que se tomó una mala decisión, se invirtió en algo que no convenía o que el proyecto planteado era una causa perdida. Esa resistencia impide reconocer errores y buscar soluciones y, en su lugar, le lleva a un espiral de decisiones para intentar cubrir los errores cometidos con unos más grandes hasta que todo estalle tarde o temprano. Para evitar cometer tales errores, hay tres acciones que le ayudarán a tomar mejores decisiones:
- Escuchar a los demás – Reflexione sobre las opiniones tanto similares como opuestas para formarse un criterio razonable.
- Generar alternativas – El generar alterativas distintas a la idea original y evaluarlas podrá confirmar si esta es la más efectiva o, en su caso, cambiarla por la que sí lo sea.
- Fungir de “abogado del diablo” – Para encontrar los posibles fallos.
Hay que tomar en cuenta las consecuencias
Muchas veces al tomar una decisión para solucionar un problema específico, usted solo se enfoca en que funcione sin considerar las consecuencias, que pudieran incluso generar aun más problemas. Ha sucedido con empresas que ocultan sus déficits con la esperanza de resolverlos pronto y acaban quebrando. Debe estar consciente de que sus decisiones acarrean consecuencias y hay que tenerlas en cuenta no como algo que desearía que ocurriese, sino como posibilidades reales, tanto positivas como negativas, además de considerar las inesperadas, no solo en el presente, sino también a futuro.
“Las decisiones que suponen que gran parte de los afectados ganen son las que mejor se van a implantar””.
Es evidente que se decide por una contingencia del presente, pero es conveniente pensar que las consecuencias se extenderán al futuro. Las decisiones tomadas por impulso, sin reflexión –lo que constituye el octavo error– acarrean duras consecuencias. Tenerlas en cuenta ayudará a tomar una mejor decisión. Recuerde calcular los riesgos y sus consecuencias y recordar que el futuro acabará siendo el presente, por lo que no hay que subestimarlo. También puede tomar una decisión en grupo, considerando los riesgos.
“La racionalidad tiene límites desde el primer momento en que los seres humanos somos también emoción y decidimos también con ella””.
El noveno error es dejarse llevar por la presión del grupo y aceptar decisiones con las que no concuerda. Cada persona tiene una visión particular y es necesario llegar al consenso para que surja la decisión adecuada. Los grupos pueden llegar a buenas decisiones si aportan sus conocimientos, experiencia y capacidades. El riesgo es que sea un proceso lento, sin un responsable directo y que las personas no opinen con total libertad por sentirse presionadas. Esta presión suele ser un problema, ya que es condicionante de la conducta y por tanto de las decisiones. Opinar en contra de los demás puede acarrear el ser ignorado, por lo que dar más valor al grupo que a una decisión correcta es un peligro.
A toda decisión corresponde una acción
El décimo error a evitar al tomar decisiones, una vez que haya tomado una decisión definitiva, es no comprometerse a fondo para hacer que esta se vuelva realidad. Cuando ya ha tomado una decisión es hora de actuar. Es la única manera de comprobar si funciona o si tiene que adecuarla. Se requiere de su total compromiso y voluntad para llevarla a cabo y darle seguimiento continuo, priorizando los pasos a seguir. También habrá que tener en cuenta a las personas que estarán involucradas en su desarrollo y pensar de qué maneras podrían beneficiarse. A veces, las personas se acostumbran a pensar solo en los propios intereses y no los de los demás, y esas son también consecuencias que hay que evaluar.
“Nuestras decisiones siempre van a estar teñidas de emoción y de sesgos precisamente por nuestra naturaleza humana””.
Las emociones y preferencias personales, aunque no sean racionales, cuentan mucho en el proceso de generar posibles decisiones. El ser humano no solo razona y las emociones son muchas veces el motor de una decisión, aunque después se racionalicen. Las emociones son producto de la vida y la experiencia de cada individuo tanto como de su entorno y se tomarán decisiones cargadas de emociones. Es por ello que, al tener conciencia de ello, podrá tomar mejores decisiones.
“Ninguna decisión es buena hasta que alguien haga algo con ella””.
Conocer cómo es que usted toma sus decisiones, qué emociones están detrás, cuáles son sus intereses y cómo pueden afectar a los demás, así como aceptar que no puede tener el control total de nada, le proporcionarán una buena base para reconocer su propio proceso y podrá ver cuáles son las debilidades y los errores para mejorar constantemente. No espere que la gente reaccione de determinada manera ante su decisión, ya que estará permeada por sus emociones. Decidir es inevitable, equivocarse también. Pero reconocer los errores que comete es el primer paso para tomar mejores decisiones.
Sobre los autores
Miguel Ángel Ariño y Pablo Maella son profesores del IESE Business School, con años de experiencia como consultores, coaches y formadores en el campo de los negocios. Son autores de Iceberg a la vista: principios para tomar decisiones sin hundirse.