Es tan importante saber lo que tenemos que hacer, como aquello que debemos evitar como emprendedores.
Los enemigos invisibles del éxito, impactan en los precios, las ventas, la productividad y se pueden estar relacionando en cada uno de los procesos de tu negocio por una sencilla razón, habitan en ti, en tu mente, tu forma de ser o tu emoción. Y puedes estar habituado a ellos, incluso inconscientemente.
Así que en esta ocasión, para hacerlo consciente, hablaremos de aquellos puntos relacionados con nuestra mente, que debemos cuidar.
1. Miedo. No hay algo que detenga más a las personas que el miedo. El miedo paraliza, y es imán de pensamientos negativos, excusas y suposiciones catastróficas. Para vencerlo es necesario identificarlo y enfrentarlo por medio de la acción, que es su mejor medicina. Si el miedo se la pasa hablando, la acción debe tener oídos sordos y continuar.
2. Inseguridad. De nada sirve un vendedor o una persona de negocios cuya emoción titubea a la hora de vender, haciendo una presentación o mostrando su producto. Recordemos que más del 80% de la compra y la venta está en la comunicación efectiva, el rapport -conexión con el otro- y la certeza emocional -el activo de seguridad que se transmite- cuando la palabra se hace presencia y certeza en quien la expresa como única y verdadera.
3. La desvalorización. De nada sirve querer aumentar tu precio cuando sientes que no lo vales o que no te lo van a pagar. Aquí este enemigo se alía con el de la inseguridad. Lo que tú sientas, lo comunicarás.
4. El conformismo. Mantenernos a nosotros mismos, nuestros productos o servicios bajo una actitud conformista es un grave error, pues nos mantendrá en la mediocridad. Y por lo tanto sumergidos entre muchos, en medio de la bola, sin diferenciarnos lo suficiente, sin exigirnos más que lo básico. Elevarnos y separarnos de lo común y corriente, implica necesariamente hacer a un lado el conformismo para ofrecer la calidad y grandeza que tenemos.
5. La inconstancia. De nada sirve trabajar arduamente cinco días si cualquier cosa nos hace después perder el ritmo. Si trabajas por momentos, y lo dejas, si no tienes el poder sobre la línea de tiempo. Recuerda generar el hábito, y más vale paso que dure que trote que canse. El verdadero amigo del éxito es el hábito, pues se acerca paso a paso a las metas.
6. El desenfoque. Primo del anterior, este perjudica por completo a los que divagan fácilmente. Propio los mil “business” que dividen su esfuerzo en muchos caminos. Lo que por consiguiente les divide el capital, de pesitos a centavos. Sin saber o poder reconocer que los centavos de esfuerzo invertidos, no darán ganancias grandes. Propio de los que les es fácil dejar la misma línea, y divagan sin control.
7. La desidia. Prima hermana de la mediocridad, implica necesariamente la falta de interés. Les sucede mucho a personas que hacen algo por hacerlo, y no les gusta. Este enemigo del éxito es de comportamiento recurrente. Y cómo conseguir el éxito haciendo algo que no te interesa hacer.
8. La falta de compromiso. Hace falta que algo nos atrape lo suficiente para reforzar nuestro compromiso interno. Pues se requiere de significación profunda. El apego a la promesa que nosotros mismos nos hacemos, porque queremos cumplirla, es en sí mismo “el compromiso” y de él se derivan los buenos hábitos.
9. La indisciplina. La selección de los hábitos correctos lleva a cumplir cabalmente con lo propuesto. La indisciplina como enemigo del éxito es en sí misma desorganización para darnos el tiempo de llevar a cabo las hábitos correctos. El indisciplinado normalmente tampoco sabe manejar sus tiempos y espacios.
10. El autosabotaje. Y por último el autosabotaje, alcahuete del miedo, y el que brinda las excusas, los pretextos, la salida fácil, privilegiando la razón por encima de cualquier cosa. Y en los negocios como en la vida se puede tener razón (como excusa o pretexto) o resultados.
Recuerda, trabajar en uno mismo, es primero, si de negocios se trata. Si ubicaste uno o varios enemigos del éxito trabájalos, la metodología del coaching te puede ayudar.