Abrazando la Imperfección:<br>Cómo la Acción Audaz Desencadena el Éxito 1

Abrazando la Imperfección:
Cómo la Acción Audaz Desencadena el Éxito

¿Alguna vez te has encontrado paralizado, esperando el momento perfecto? Como en las películas, cuando el personaje quiere dar un paso, pero está congelado. Tal vez te aferras a un proyecto, un sueño o un objetivo, pero hay algo que te impide dar ese paso vital. Sigues diciéndote “Todavía no, no está listo” o “Necesito más tiempo”. Si reconoces este sentimiento, no estás solo.
Permíteme llevarte al borde de un acantilado, con un paracaídas atado a tu espalda. Tu corazón late fuerte, emoción mezclada con miedo y has revisado el paracaídas una y otra vez. Pero, aun así, algo no se siente bien. Dudas. El viento, el clima, una voz persistente en tu cabeza que dice “Espera, no es el momento adecuado”.
Este momento, parado al borde del precipicio, contemplando si saltar o no, es cuando los sueños se hacen realidad o se rompen. No hay matices, o grises: es blanco o negro. Saltas y disfrutas la experiencia o dar marcha atrás y comienzas a lidiar con la culpa y la frustración Y es un momento que todos enfrentamos, de una forma u otra, en distintas etapas y actividades de la vida.
Aquí es donde se desarrolla la historia real. En la década de 1940, un joven emprendedor llamado Ray Kroc trabajaba como un vendedor de máquinas de malteadas en apuros. Estaba al borde de su acantilado, justo como tú, intrigado por el éxito, pero incierto sobre dar el siguiente paso.
Lo peor, ¿sabes qué era lo peor? Que cada día que pasaba la carga de la frustración era más pesada, más difícil de llevar. Y Ray no era de esas personas dispuestas a tirar la toalla. No solo era terco, sino que sabía que ese no era el estilo de vida que quería para él. Necesitaba cambiar.
Un día, se topó con un pequeño pero próspero restaurante de comida rápida dirigido por los hermanos McDonald en San Bernardino (California). Le impresionó su sistema eficiente, su compromiso con la calidad, pero, sobre todo, su potencial. Los hermanos habían creado algo grandioso, algo que podía ser un gran negocio, pero eran reacios a expandirlo.
El negocio estaba en un punto ideal para ellos, porque tenían el control y los réditos no eran pocos. Tenían una buena clientela y cada día llegaban más clientes nuevos, sin buscarlos. Era una zona de confort plácida, que disfrutaban.
Ray no tenía el plan perfecto ni la garantía de éxito, pero sí poseía visión, pasión y la intuición de que esto era algo especial. Vio potencial allí donde otros no lo vieron, y no tenía miedo de las imperfecciones del sistema.
Como no estaba listo para darse por vencido sin dar la pelea, se acercó a los hermanos McDonald con una propuesta para adquirir una franquicia de su marca. La respuesta no lo sorprendió: estaban escépticos, reacios, temerosos de perder el control y la imperfección en la expansión. Ray, por otro lado, comprendió que la perfección podía ser el enemigo del crecimiento, y así se los expuso. Creía que la única manera de descubrir si iba a funcionar era intentarlo, dar ese salto.
Después de mucha persuasión, los hermanos aceptaron y Ray comenzó a expandirse. Enfrentó innumerables desafíos, cometió errores y tropezó con imperfecciones en el camino. El viaje estuvo lejos de ser placentero, ciertamente. Hubo franquiciados que se desviaron de la fórmula original, luchas financieras y desacuerdos con los hermanos McDonald.
Pero Ray no dejó que la búsqueda de la perfección lo detuviera. Aprendió de las imperfecciones, se adaptó y siguió adelante. Lo que una vez fue un pequeño puesto de hamburguesas se convirtió en un fenómeno global: McDonald’s, un símbolo del emprendimiento americano.
Traslademos esto a tu vida. ¿Te parece?
Imagina que has trabajado en un nuevo producto o servicio. Has invertido tiempo, energía y emoción en ello. Estás ilusionado, pero algo te detiene.
Sigues puliendo, ajustando, esperando a que sea ‘perfecto’. Casi puedes sentir la anticipación creciendo dentro de ti, mezclada con un miedo persistente de que, si no es impecable, fracasará. El problema, ¿sabes cuál es el problema? Que ni siquiera sabes cuál es esa perfección que persigues, no sabes cómo se manifiesta, no sabes cuanto está ‘perfecto’.
Tuve una clienta, llamémosla Sara, que se encontró en esta misma situación. Tenía una idea fantástica para un programa de coaching. Era innovador, emocionante y lleno de su perspectiva única. Pero estaba atrapada en un ciclo de revisiones interminables. Cuando pensaba que estaba ‘listo’, retrocedía.
El bicho de la perfección la había picado.
“¿Es lo suficientemente bueno?” me preguntó durante una de nuestras sesiones. Sus ojos llenos de duda y ansiedad delataban su preocupación, desvelaban sus miedos. “¿Debería agregar más contenido? ¿Qué pasa si a la gente no le gusta?”, soltó con timidez. Y se veía, también, que tenía pánico de escuchar lo que le iba a decir, mi respuesta.
“Es más que suficientemente bueno”, la tranquilicé, comprendiendo el miedo detrás de sus ojos. “Es hora de lanzarlo”, le dije para animarla a dar el siguiente paso.
Pasamos un tiempo discutiendo sus preocupaciones, abordando sus miedos y explorando lo que realmente la detenía. No se trataba del producto en sí, sino de la confianza en sí misma y del miedo a ser juzgada y reprobada.
¿Alguna vez sufriste esto? Es una situación incómoda a la que los seres humanos, TODOS, nos enfrentamos mil y una veces en la vida. Sin embargo, esa ‘experiencia’ no nos sirve, no aprendemos de ella y cada vez es como la primera vez, siempre con el mismo miedo, con la misma desconfianza.
Con una respiración profunda y una determinación renovada, dio el salto. Lanzó su programa de coaching, con sus imperfecciones y todo. Hubo nervios, hubo noches sin dormir, pero también hubo una sensación de liberación. ¡Se había quitado un gran peso de encima!, se sentía peso pluma, lista para volar.
En pocas semanas, su programa fue un éxito. La gente se conectó con su autenticidad, con su empatía. Claro, había pequeñas imperfecciones, algunos fallos aquí y allá, pero eso no importaba. De hecho, añadían al encanto de su oferta. Y, por otro lado, nadie los notó o, mejor aún, nadie se manifestó acerca de ellos: los pasaron por alto, porque encontraron más valor.
Recuerda, la perfección es un mito; la acción es la esencia del éxito. Esperar a que todo se alinee perfectamente podría significar que nunca das ese paso vital hacia adelante. Siempre he creído que los emprendedores “volamos el avión mientras lo estamos construyendo”. Es decir, no podemos esperar a que el producto o servicio que vamos a ofrecer esté ‘perfecto’: hay que lanzarlo, escuchar al mercado, corregirlo, completarlo y, claro, disfrutar el viaje. Y, así es la aventura del emprendimiento. Requiere coraje, innovación y, lo más importante, ACCIÓN.
No dejes que el miedo a la imperfección te detenga. Sé audaz, da ese salto y observa cómo se transforma tu vida. Porque, a veces, “suficientemente bueno” no es solo suficiente; es la llave que abre la puerta a tus sueños. Y cuando cruzas esa puerta la vida recompensa tu valentía, haber sido capaz de vencer tus miedos, y te brinda experiencias maravillosa y enriquecedoras y, lo mejor, valioso aprendizaje.

Tomado de ebook recibido por email

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